Cinco formas de mejorar la comunicación con tu hija para que acuda a ti en busca de información sobre su cuerpo, sus ciclos y su fertilidad.

Como mujeres, las discusiones sobre nuestro cuerpo y nuestra fertilidad tienen mucho que ver. Nuestras experiencias en materia de fertilidad, que abarcan desde la menstruación hasta los problemas reproductivos, pasando por las dificultades para concebir o los abortos recurrentes, el embarazo, el parto y la menopausia, pueden ser confusas, complicadas, perturbadoras y fortalecedoras. Es posible que sientas que navegas con cautela por tu propia relación con tu fertilidad y tu cuerpo, y que te preguntes "¿cómo demonios puedo apoyar la relación de mi hija con su fertilidad y su cuerpo?". Aunque pienses que necesitas tener todas las respuestas, eso es menos importante que establecer una relación fundamental con tu hija, en la que ella se sienta cómoda acudiendo a ti cuando necesite hablar de los cambios que está experimentando en la pubertad, y de lo que significan. He aquí cinco formas de mejorar la comunicación para establecer una relación de confianza con su hija, de modo que ella quiera acudir a usted para tener esas conversaciones difíciles. 

1. Ponte en su lugar: practica la empatía

Muchas personas equiparan erróneamente empatía con simpatía. La simpatía es sentir lástima por las luchas o circunstancias de otra persona. La empatía, en cambio, es tratando de comprender la perspectiva de la otra persona lo mejor que puedas, aunque no esté de acuerdo con ellos. Esta última parte puede ser clave para que la tengas en cuenta cuando hables con tu hija. Actuar con empatía significa estar abierto a escuchar los pensamientos, sentimientos, luchas y sueños de la otra persona, aunque sean diferentes de los tuyos. Cuando hables con tu hija adolescente, es muy probable que su punto de vista sea muy distinto del tuyo. 

¿Cómo sonaría hablar con empatía? Podría sonar como: "Te oigo decir que te sientes incómoda con algunos de los cambios que está experimentando tu cuerpo. ¿Puedes contarme más sobre esto para que pueda entender mejor lo que estás experimentando?". O podría sonar como: "Entiendo que pienses que la menstruación puede parecerte asquerosa, pero quiero que te sientas capacitada y no avergonzada de tu cuerpo. ¿Podemos hablar más de esto juntos?". Practicar la empatía no significa afirmar ideas erróneas, comportamientos malsanos o actitudes negativas hacia su cuerpo. Significa que empiezas por intentar comprender lo que te está diciendo e imaginar cómo te sentirías si pensaras lo que ella te está diciendo que piensa. Hablar con empatía es beneficioso para todos, porque tu hija se sentirá escuchada y apreciada y tú comprenderás mejor cómo es su mundo.  

2. Haz una cosa a la vez: elige escuchar activamente

Cuando mantienes una conversación con tu hija, ¿estás realmente ¿Estás escuchando, o piensas en lo que te gustaría decir en cuanto ella termine de hablar? ¿Es posible que empieces a sentirte abrumado y te desentiendas por completo de la conversación, concentrándote en todas las cosas que tienes que hacer o en que se te ha olvidado enviar un mensaje de texto a un amigo? Si no escuchas activamente, pierdes la oportunidad de estar presente y participar en la conversación con tu hija. Si empieza a pensar inmediatamente en cómo le gustaría responder, podría perderse información crucial que le ayudaría a determinar la mejor manera de responder a las ideas o preocupaciones de su hija. La escucha activa es tu estrategia heroica, aquí¡! Es el acto de dejar de lado las expectativas, las agendas y las respuestas, para escuchar lo que tu hija te está diciendo realmente. 

¿Qué le parece? Podrías resumir lo que crees que quiere decir, diciendo: "Parece que te preocupa lo que pensarán tus amigos, ya que has empezado a menstruar antes que ellos. ¿Lo he entendido bien? O puedes hacer una pregunta aclaratoria del tipo: "No sé si lo he entendido. ¿Te importaría decirlo de otra manera? Quiero asegurarme de que lo he entendido bien. Me importa lo que piensas".

La escucha activa puede ser muy valiosa a la hora de hablar con tu hija, sobre todo si la combinas con un discurso empático. Cuando escuches activamente a tu hija, comprenderás mejor cuál es la mejor manera de responderle y ayudarla en general. Puede ser difícil no intervenir e interrumpir, y puede ser increíblemente difícil no asumir que sabes lo que va a decir, o asumir que lo que tú piensas es lo mejor. Respirar hondo y con los pies en la tierra y simplemente escuchar con toda tu atención facilitará una conexión más profunda. 

3. Curiosidad antes que corrección: hacer más preguntas

Como madre, probablemente esté acostumbrada a compartir su sabiduría con sus hijos. Es un verdadero regalo poder ayudar a tus hijos a medida que crecen, sobre todo con conocimientos sobre la vida que tanto les ha costado adquirir y que pueden ahorrarles estrés, dolor y energía. Sin embargo, hay situaciones en las que dar consejos directamente no es útil, y hablar con su hija sobre la fertilidad y su cuerpo puede ser una de ellas.

Por ejemplo, si su hija califica su menstruación de "asquerosa" o expresa repugnancia por los cambios de su cuerpo, usted podría sentirse tentado a intervenir y corregir su lenguaje para ayudarla a que se sienta capacitada en lugar de asqueada. Pero esto podría comunicarle que ha hecho algo "mal" o "malo" al utilizar esas palabras. En lugar de intervenir para corregir su lenguaje, pídele que te explique mejor a qué se refiere cuando dice que su cuerpo le parece asqueroso o repugnante. Escuchar su descripción le ayudará a saber mejor cómo responder, y su hija se sentirá escuchada: ¡ganamos todos!

Sí, a veces tendrás que corregir ideas equivocadas. Pero intenta cultivar una actitud de curiosidad antes de la corrección, en la que primero te preguntas cómo es la experiencia de tu hija. Recuerda, sin embargo, que hacer preguntas del tipo "por qué" no suele ser muy útil para obtener información, porque pueden parecer acusatorias o sentenciosas. En lugar de eso, haz preguntas como "¿Qué sentiste?", "¿Cómo te sentiste?" o "¿Dónde sentiste esa emoción en tu cuerpo?" para tener una idea más clara de lo que está experimentando tu hija.

4. Pasar tiempo de calidad juntos para establecer una base de confianza.

Para tener conversaciones significativas y útiles con su hija sobre la fertilidad y su cuerpo, primero es necesario que exista una base de confianza. Una de las mejores formas de construir esa base es pasar tiempo de calidad con tu hija de forma intencionada, más allá de tener conversaciones importantes (léase: potencialmente de mucha presión).

Hacer juntos con regularidad una actividad que a ella le guste ayuda a comunicarle que usted se preocupa por ella como persona. Por ejemplo, puede que tengáis un programa de televisión favorito que veáis juntos, un restaurante favorito al que os guste ir o una tienda favorita en la que os guste ir de compras (o mirar escaparates). Lo que hagan juntos no es tan importante como el tiempo de calidad que pasen juntos. Piensa en ello como una inversión en tu relación con tu hija, para que se sienta cómoda acudiendo a ti cuando necesite hablar de algo.

Cuida tu lenguaje... especialmente hacia ti mismo

Y, por último, sea consciente de cómo habla de su propio cuerpo y de la fertilidad. Si utilizas un lenguaje crítico o duro sobre ti misma, piensa qué tipo de mensaje le estás enviando a tu hija. Si ella le oye utilizar palabras críticas para describir sus propias experiencias, es posible que interiorice ese mismo lenguaje cuando piense y hable de sus propias experiencias. Por ejemplo, decir cosas como "Me gustaría ser delgada como tú", "No puedo comer postre. No quiero engordar" o "Me siento fea" envía implícitamente a su hija el mensaje de que está bien hablar así de su propio cuerpo. 

Incluso si hay aspectos de tu cuerpo o de tu fertilidad con los que luchas, como abordé aquíAdoptar una actitud de autocompasión y amabilidad es un enfoque más beneficioso para ambos. Si notas que tiendes a utilizar un lenguaje crítico con tu cuerpo, nunca es tarde para cambiar de actitud y predicar con el ejemplo. 

Y no tiene por qué ocurrir de la noche a la mañana. Reconoce periódicamente los cambios que estás haciendo en voz alta, para que ella pueda ver que sigues creciendo y desarrollando una imagen corporal y una relación con tu propia fertilidad más saludables. ¿Cómo podría sonar esto? "Oye, cariño, me doy cuenta de que la forma en que he hablado de mi peso a lo largo de los años ha sido a veces negativa, y he dicho cosas como 'No puedo comer eso, tengo que vigilar mi peso', o '¡No puedo ni mirarme en esas fotos! ¡Me veo tan ancha! Y esa papada!" o "Me he subido a la báscula hace poco, ¡supongo que a partir de ahora sólo comeré zanahorias y apio!". Pero cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de que mi valor como persona no está ligado a un número en una báscula. I do Quiero mantener un peso saludable porque quiero cuidar bien de mi cuerpo y daros un buen ejemplo. Estoy trabajando para centrarme más en estar más sana en general, en lugar de fijarme en mi peso y juzgarme a mí misma." 

Saber cuándo pedir ayuda: ¿tiene sentido recurrir a un profesional?

Las técnicas que he expuesto más arriba pretenden ayudarte a mejorar la comunicación con tu hija. La relativa facilidad o dificultad de incorporar estas técnicas variará de una persona a otra, y también influye lo fuerte o tensa que sea tu relación con tu hija en este momento. Si vuestra relación es tensa desde hace algún tiempo, puede que incluso después de repetidos intentos de hablar con empatía, escuchar activamente, etc., ella siga poniéndote trabas. O puede que tu hija te diga que se está autolesionando. Whoa...podrías pensar, Estoy fuera de mi liga. ¿Y entonces?

En primer lugar, respira hondo. Resiste el impulso de castigarte, como si todo lo que ella compartió fuera culpa tuya, o de sucumbir al pensamiento de todo o nada, asumiendo que vuestra relación nunca podría mejorar, o nunca mejorará. En segundo lugar, debes saber que no tienes que resolver esto solo. Está bien pedir ayuda. Recurrir a la ayuda de un terapeuta competente no te convierte en un fracasado. Es señal de humildad, de apertura a explorar otras opciones, de voluntad de aprender y crecer, y de rechazo a encasillarse a sí mismo o a su hija creyendo que nada puede cambiar. Todos estos son rasgos saludables, no signos de fracaso. 

Recuerda que no eres la terapeuta de tu hija ni su salvadora, eres su madre. No tienes que saber cómo resolver todos los problemas. Tu papel es simplemente amarla incondicionalmente lo mejor que puedas. No tengas miedo de buscar el apoyo que necesitas, para ti y para ella, para hacerlo. 

Lecturas complementarias:

Ayudar a su hija a desarrollar una relación sana con su fertilidad cuando usted ha tenido una experiencia negativa.

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"El ciclo menstrual es un signo vital de tu salud": una PN de salud femenina explica por qué toda preadolescente debe aprender sobre su ciclo.

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